jueves, 12 de abril de 2007

ARTICULO: "Encuentro con la Cosa" Autor: Lic. Roberto Torres

Ante la pregunta, siguiendo la línea del misterio de los orígenes, de cuales fueron los elementos que intervinieron para que se produzca el salto cualitativo en la historia del pensamiento que significó el descubrimiento freudiano, surgen diversos factores intervinientes, de los cuales me interesa puntuar especialmente el referido a la conceptualización de la sexualidad, como un componente basal en la arquitectura sintomática de las estructuras clínicas. La emergencia de dicho factor, lacerante para la sensibilidad académica de esos tiempos, no se constituyó de un solo golpe, necesitó todo un trabajo de preparación en los reinos distantes de la conciencia de Freud, que lejos estaba de darse cuenta del Acto que se gestaba en él. “Eso” giraba loco en el caldero burbujeante de significantes inconscientes, “Eso” buscaba un cifrado que combinara los aderezos de una salsa exótica, sin inscripción en el menú de la cocina tradicional.La comunidad científica acuso el impacto, el preparado les cayó indigesto: “Eso” no podía ser digerido de ninguna forma. En este contexto hizo su aparición abrupta el Psicoanálisis, con las peores vestimentas y por la puerta de servicio, desplazándose con dificultad al Gran Salón haciendo escuchar su voz entrecortada y titubeante pero segura de un destino mejor. Los censores de turno hicieron fila para contener la intrusión maléfica, que fue madurando en una latencia prolongada, a fuego lento y en su salsa, sin gourmet, destellos de la zarza ardiente sin ningún Dios.Freud no solo cargaba con lo instituido de un destino prefijado como médico, sino que habitaba en él, a la manera de un alien postmoderno, un Real cuya inscripción hizo saltar por los aires la devoción por los grandes maestros, hizo corte con la transmisión académica, la trasferencia se reubicó en el nuevo saber, soltó la posta de la reproducción, incubó un acto desamarrado, sin prehistoria, metáfora inaugural.Freud anudó de otra forma lo que quedo en suspenso y sin articulación, lo que se le transmitió a la pasada y a media voz, como una verdad degradada indigna de una presentación académica y más aún de una investigación científica, la elevo a la dignidad de un corpus epistémico. Pasó de los decires vagos, a la creación de un saber asumido, sostenido, que atrapó por el pescuezo al escurridizo objeto.Proceso dialéctico que necesitó de ciertas escansiones temporales que transito soportando sus efectos: 1) un primer tiempo donde participo en tres escenas que lo marcarían para siempre: A) Primera escena: Freud y su maestro Breuer iban caminando juntos cuando se acerca el esposo de una paciente de él que le trae noticias de su mujer, luego y a solas nuevamente con Freud Breuer le hizo el siguiente comentario: “siempre se trata de secretos de alcoba” y ante la insistencia de Freud para que se explicara mejor, repite lo mismo pero cambiando la palabra alcoba por lecho conyugal. B) Segunda escena: Freud presencia un dialogo de su maestro Charcot con un colega que le cuenta de una paciente neurótica que esta atendiendo, y ante su sorpresa Charcot le responde: “en estos casos esta siempre la cosa genital, siempre, siempre, siempre”. Aquí Freud no interroga a su maestro pero piensa “si él lo sabe, ¿por qué no lo dice?, es decir por que no hace de eso un conocimiento sistematizado.C) Tercera escena: es la última nominación de la Cosa en la boca del Otro, en este caso su interlocutor es Chrobak que frente a una enferma casada y virgen pues su marido es impotente, comenta cual es el tratamiento que corresponde pero que no puede recetar: “ Penis normalis/ dosim/ Repetatur”.Freud queda perplejo ante el enigma de las situaciones vividas, las cuales tenían un punto en común, lo sexual, pero su perplejidad fue mayor ante el sinsentido de la actitud de estos maestros irresolutos y hasta cínicos por la forma en que se conducían para interpretar a sus enfermos, desdoblándose entre lo serio y lo vulgar.2) A este primer momento le continuó un segundo tiempo de olvido de las representaciones que lo habían movilizado, y de esta forma poder volver a sus preocupaciones cotidianas, pero aquellos sucesos no cayeron en saco roto sino que los significantes excluidos siguieron girando en la trastienda de su espiritu, en una latencia creadora de donde va a emerger un Acto logrado.3) El proceso dialéctico culmina en un tiempo final de subversión, Acto primordial de fundación del psicoanálisis que hace ruptura con la ciencia de su tiempo. En su soledad y en su deseo sostenido nos muestra una Etica: la de no ceder nunca en este continente inexplorado.La bestia estaba suelta, su reflejo cegaba a los sujetos que se sentían expuestos, reacción hostil de la comunidad académica que intentaba expulsarla nuevamente al destierro de los tugurios, que se extravíe en los bodegones de las fantasías o se disuelva en las conversaciones cómplices. Debilitar la bestia, ahogarla para que solo reaparezca esporádicamente en ciertos levantamientos calculados de la censura o en los fenómenos masivos de los tiempos carnavalescos y la efervescencia pulsional. Estos Otros, sujetos supuesto saber, recularon en los límites de la zona, en las puertas del reino de la Cosa, como si al mirar ahí el resultado inevitable sería la petrificación del ser. Hasta Freud en un primer momento reaccionó en el mismo registro, con un olvido defensivo, olvida pero no para siempre, regresa para conquistar, para diagramar con la punta del significante la silueta de lo innombrable.Proceso de engendramiento de la “Cosa en sí” autorreferencial, paso de la intuición al concepto, de la opacidad de una presencia fuera de catálogo a la captura simbólica, a la instauración del objeto epistémico. Cuerpo articulado que abre una praxis a partir de la enunciación de la Regla Fundamental, discurso que anuda a toda la comunidad analítica a ese punto equidistante del deseo freudiano.Fue necesario que frente al coqueteo entre lo imaginario de los decires ambiguos y lo real refractario irrumpiera un acto simbólico, metáfora fundante, ruptura conceptual que aún hoy se muestra más vigente que nunca. Vigencia que sostuvo bien alto sus blasones gracias al aporte esencial de Lacan que nos acerco nuevos significantes para dar batalla en la defensa del descubrimiento freudiano, amenazado desde dentro del propio campo analítico por una legión de feligreses de otros paradigmas y amenazado desde fuera por el avance imperial de la confluencia de la maquinaria capitalista y el sopor postmodernista, cuyos efectos siniestros son de exclusión de las diferencias subjetivas, la profundización de las desigualdades sociales, y el imperativo del pensamiento único, cuyo proyecto absolutista se apoya en el discurso de la ciencia.