sábado, 23 de junio de 2007

LOS TIEMPOS DEL FANTASMA (PRIMERA PARTE) Autor: LAMORGIA OSCAR

1. ¿CUÁNTOS TIEMPOS?

La dislocación temporal que anoticia de la existencia de otras dimensiones del tiempo nos revela que efectivamente la cronología no es la única dirección posible, ni siquiera es la más relevante, se trata solamente de una mentira compartida, sólo de una ficción que se suele designar iconográficamente con una flecha: La flecha del tiempo. Quienes se ocupan de otros modelos terapéuticos -y el ejemplo que más velozmente acude a mi memoria es el de la Terapia Gestalt- organizan una crítica al psicoanálisis que tiene que ver con la hipótesis del aquí y ahora, por lo cual los psicoanalistas estaríamos siempre “revolcándonos” en un pasado tan estéril como inmodificable. Una hipótesis que me resulta oportuno destacar es que si hay algo que puede ser modificado en la vida de alguien es precisamente el pasado. Porque en un plano superficial no estaría del todo mal afirmar que efectivamente lo que importa es el acá y el ahora, pero creo que precisamente si hay algo no inscripto, si hay una pulsación temporal que no termina de inscribir algo, ese algo circula en un presente continuo, es decir que se tornaría menester historizarlo. Se trata de armar con ello una escritura, para que deje de ser –de una buena vez- presente continuo, como el tiempo de verbo en la lengua inglesa.Obviamente no podemos afirmar que ello –la experiencia en sí- no haya tenido lugar, que la vivencia no haya ocurrido, lo que no tuvo lugar es esta vía escrituraria que se inaugura en un análisis; y no solamente en un análisis (de hecho existe gente que puede novelar escribiendo sobre su vida) y en ocasiones, con un efecto similar. En análisis se establece una vía de escritura que hace necesario dejar que la lengua vaya delante de uno.Durante mucho tiempo leí a autores que sostenían que el análisis consistía en ligar lo actual con lo pretérito, entonces por ese camino se podría sostener que la práctica analítica consistiría en armar vínculos de cierta vecindad acerca de cómo algo de lo pasado se reproduce en lo actual, o de cómo se podría hacer una lectura retrospectiva a partir de algo actual, en relación con esto otro que se presenta en su similitud con aquello. Esa concepción lineal del tiempo es bastante más frecuente de lo que se podría llegar a imaginar.Comporta una lectura tan lineal como desviada el suponer que las diferencias que Lacan establece entre el tiempo cronológico y el tiempo lógico se agotan en la re(tro)significación.Así nos encontraríamos con una referencia obligada que es lo que Lacan llama unidad mínima de significación: Un significante se abrocha con otro y producen -en su anudamiento- un efecto de significación, o parafraseando a un célebre pensador como fue Montaigne: “La palabra es mitad de quien la dice, y mitad de quien la escucha.”Ese efecto de significación que se genera con el anudamiento de un par significante necesita de una flecha cuya función no sería otra que la de connotar algo que se llama retroacción; retrosignificación o resignificación (habitualmente homologado al najträglich freudiano).Otro desvío habitual ocurre cuando se emparenta, en un inveterado recurso a la sinonimia, la resignificación con el aprés-coup.Aprés-coup no es lo mismo que re(tro)significación. En la segunda, la flecha superior hace variar el decurso, es decir que en lugar de ir hacia adelante (como la flecha del tiempo cronológico progresivo lo hace vectorizada hacia atrás, lo cual no deja de ser una cronología invertida. Si tomo un libro de historia antigua y medieval, y desde el evo medio llego hasta Grecia y Roma, estoy procediendo cronológicamente también, no se trata de que porque algo de la historia medieval hunda sus raíces en Grecia y Roma ese tiempo es lógico, sigue siendo cronológico.El aprés-coup, por el contrario, es un efecto a destiempo. En el aprés-coup hay un efecto diferido en el tiempo, que además no es anticipable lo cual significa que sale de la dimensión del cálculo, de hecho la interpretación funciona en el analista como palabra impuesta, es un equivalente del lapsus en el analizante. La construcción, por el contrario, sí tiene que ver ya con una cierta anticipación. El analista ubicado en una cierta dimensión de aposterioridad podrá formalizar a la luz de los efectos que esa interpretación produjo o no, y ahí está lo fuera de cálculo –en el o no-, la pertinencia de esa palabra impuesta.Ahora, ese efecto de anonadamiento, ese efecto de quedar “atropellado por el significante”, es algo que, a lo mejor se produce en el intervalo entre una sesión y otra y no en el momento en que esa palabra fue proferida. Es allí donde puede ser avizorado un efecto en la temporalidad donde no se trataría únicamente de que “esto se conecta con aquello”, sino que hay algo que sale disparado con una trayectoria que no es anticipable, a veces derivando en cierta consecuencia diseminante sobre lo que funcionaba condensadamente. Con meros fines ilustrativos, podemos hacer referencia a un experimento perteneciente a la física que se denomina experiencia de Sinai: Se trata de una estructura similar a una mesa de billar, en el medio de ella hay una circunferencia que se halla enclavada. Sus tabiques son de la misma altura de las paredes de la mesa, y entre el octógono y los bordes de la mesa están dos bolas de billar. Pegándole a una de ellas para que choque sobre la otra y esta segunda vaya a golpear de un modo zigzagueante entre los bordes de la mesa de billar y en el octógono hay muchas variaciones aleatorias. Los primeros pasos de dicho recorrido pueden ser llevados a fórmulas, se los puede anticipar, se los puede calcular y por lo tanto, prever. De allí en adelante pasará a ser totalmente aleatorio el decurso de la bola golpeada por la primera, de ahí en más ya se va de cálculo, algo así ocurrirá con la interpretación. El analista profiere un dicho (palabra impuesta) pero hay un punto en que los efectos de la misma se salen de cálculo y cobran independencia de cualquier ilusión de control. Es debido a ello que uno escucha con cierta sorpresa a un analizante que en el a-posteriori de una intervención comenta por ejemplo: “porque cuando usted me dijo esto...”, haciendo referencia a cosas en las que el analista se desconoce. Él tomó eso de un modo que está absolutamente por fuera de lo que creímos haber dicho allí.Esto es algo que también suele producirse en el espacio, en el intervalo que opera entre una sesión y otra.Usualmente -si bien no todas las veces- con la resignificación o retrosignificación, contrariamente a lo que veníamos desarrollando con el aprés-coup, puede ratificarse un reencuentro de lo actual con lo pretérito, en ese sentido no operaría como palabra impuesta dado que funcionaría en el plano de un reconocimiento ratificante a la vez que –con diferencia en los matices cualitativos- fundante de significaciones nuevas. Habría una especie de escucha a-perceptiva (al modo de los tests mentales que funcionan como el T.A.T.: Test de Apercepción Temática): “ya lo escuché”; “esto ya lo escuché en algún momento”... etc. Esta sería una resignificación porque un significante que, en apariencia, no estaba abrochado con nada, pasa a ligarse con algo que sería situable en un tiempo cronológico anterior.Veamos un ejemplo en una cura conducida por Hugo Cardoso[1]: Se trata de una joven exitosa, linda, profesional, que (cito de memoria) viene diciendo algo así: “... odio ser esas que se casan, tienen hijos y se dedican a lavar platos, yo sé que por esto puedo ser tildada de feminista, pero así es como yo pienso la vida, tiene que ser pujanza y éxito”. Habla de otras cosas e ipso facto cuenta que la otra vez viajando en el auto con la mamá, pasaron por un puesto, que estaba al costado de la ruta, donde vendían “esas cerezas que tanto amo, entonces compré un cajón y me lo comí todo en el viaje” . El analista, sin saber muy bien por qué dice esto (de ahí la palabra impuesta), le dice: “parecería ser que entre ser esas que odia y cerezas que ama hay un cajón”.Entonces uno puede decir que hay retrosignificación en el punto donde estas “cerezas” retoman en su homofonía significante a esas otras“ser esas” (previas cronológicamente en el texto). La homofonía también reactualiza o le da efecto de retrosignificación elevando el par ser-esas/cerezas a una potencia segunda.Ser esas …………………….. CerezasHay un efecto que se produce en un destiempo, que es la diferencia. Por un lado está la símilcadencia del par significante S1//S2, y después la que pone coherencia cuando el analista le está diciendo “entre ser esas que odia y cerezas que ama... hay un cajón” . Esto lleva a esa mujer a producir algo no previsto, un fuera-de-cálculo, es algo que tiene que ver con el padre. Ella llega a la sesión siguiente con un recorte de diario donde dice que se había suicidado alguien, una figura pública; y le comenta a su analista: “Mire lo que encontré en el diario, me llama la atención que cuando alguien se muere de una enfermedad o de muerte natural dicen se murió, pero cuando se muere por suicidio o por un accidente dicen se mató”. En el recorte de diario dice se mató fulano; entonces hace referencia a que el papá se había muerto en condiciones dudosas. Cuando el papá “se mató”, la mamá hizo que la paciente comenzara a dormir en la cama junto a ella... en el lugar del padre.Como se puede constatar, se trata de toda una serie de cuestiones que no fueron calculadas ni calculables, que no estaban explícitas en el discurso de ella (la analizante no había hablado de su padre hasta ese momento disruptivo) y que son resignificadas y también significadas por esa interpretación de su analista. El aprés-coup genera allí un efecto que se independiza. En tanto que la retrosignificación puede darse en estado puro, el aprés-coup no, dado que –como se ve claramente en este caso- hubo un efecto que fue más allá de la conexión entre S1 y S2, produciendo una cierta cesión de goce. Un vaciamiento de goce que implica no otra cosa que pasar del goce a la contabilidad.

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