sábado, 23 de junio de 2007

SUSTITUYAMOS POR LÓGICA PSICOANALÍTICA, A LOS SETTING TRADICIONALES Autor: RODRIGUEZ SERGIO

Abolir sin arbitrariedades, los encuadres obsesivosA esta altura de la experiencia psicoanalítica, es imprescindible destituir los encuadres reglamentados obsesivamente (IPA, sesiones breves, lo que fuera). Para eso debemos buscar las condiciones necesarias para que esa destitución no lleve a arbitrariedades.¿Por qué? Porque la experiencia ha mostrado que la obsesivización de los encuadres es uno de los mayores obstáculos a la capacidad generatriz y la eficacia de los psicoanálisis. También, para expandirlo a otros campos de intervención (psicoanálisis en extensión).

La lógica de las condiciones de encuadre

Parto de que sólo habrá condiciones de posibilidad para trabajar desde el psicoanálisis con alguien o algunos, si previamente hubo condiciones necesarias. Ellas, soportarán a las de posibilidad. Pero su articulación, no será suficiente. Para generar condiciones suficientes y sostenerlas, el trabajo del analista resultará la clave. Por supuesto, siempre con el tope de los límites estructurales. No sólo de anudamiento simbólico imaginario, sino también del punto en que se halle, al que haya arribado, la lógica temporal de cada caso.Estas “exquisiteces” son las que tenemos que explorar, a partir del primer llamado telefónico o aviso de derivación. La exploración resulta ordenada no desde protocolos previos, sino desde la presentación y el relato de los que intervienen, no siempre el afectado en persona, ante la atención libre del analista en cuestión. Ese ordenamiento debe dictarnos como disponernos nosotros, desde nuestro aspecto, ropas, gestos, voz, uso de una forma u otra de las reglas de la cortesía, posiciones corporales, gestos, funcionamiento de las luces, actitud hacia los objetos del consultorio y las posturas del entrevistado.La diversidad de consultas y consultantes conque nos podemos encontrar, autismos originales, regresiones a posiciones autistas (negativismos, catatonías, oposicionismos de diversa índole) hasta respuestas originadas desde neurosis más o menos comunes lo exigen. Cada caso responde al conflicto actual, desde los insumos borromeicos conque viene dotado o de los que es escaso y puede hacerlo desde diferentes grados y formas de simbiosis. Si parto de estas descripciones, es porque ante varias de ellas, el encuadre clásico de cualquiera de las corrientes psicoanalíticas, fracasa. La posición del analista debe poner su consultorio y su persona a disposición del paciente, como espacio potencial y como objeto transicional para las ilusiones de transferencias recíprocas.

¿Encuadre? o encuadres de los tratamientos en función de lo qué la afección demanda

Para tratar de responder a esta pregunta, partiré de Lacan y Winnicott, volveré al objeto “a” y algunos de sus “semblant”, objetos transicionales para situar la función y posición del analista en los tratamientos. Intento redefinir al objeto a, partiendo de lo ya recorrido por ellos y por Freud . Es un nuevo puerto al que he arribado y en el que aún no he terminado de anclar. Informo, para poner a circular un intercambio de ideas con los lectores y otros colegas, que verificando su acierto o su error, me ayuden a no trabajarlo en soledad. En www.psyche-navegante.com número 66 he planteado: -Nos decía Donald Winnicott: "Pareciera que se hubiera olvidado ese territorio del desarrollo y la experiencia individuales, a la vez que se concentraba la atención en la realidad psíquica, que es personal e interior, y en su relación con la realidad exterior o compartida"[2] Winnicott retomó así, el que ya fue planteo de Freud desde el Proyecto de psicología para neurólogos cuando en su capítulo II afirmaba: "El organismo humano es, en un principio, incapaz de llevar a cabo esta acción específica, (la que solucione la recepción de estímulos endógenos que mantienen la tensión -el hambre por ejemplo-) realizándola por medio de la asistencia ajena, al llamar la atención de una persona experimentada sobre el estado en que se encuentra el niño, mediante la conducción de la descarga por la vía de la alteración interna (por ejemplo por medio del llanto del niño) Esta vía secundaria adquiere así la importantísima función secundaria de la comprensión y la indefensión original del ser humano conviértese así en la fuente primordial de todas la motivaciones morales.Una vez que el individuo asistente ha realizado para el inerme el trabajo de la acción específica en el mundo exterior, el segundo se encuentra en situación de cumplir sin dilación, por medio de dispositivos reflejos, la función que en el interior de su cuerpo es necesaria para eliminar el estímulo endógeno. La totalidad de este proceso entonces representa una vivencia de satisfacción, que tiene las más decisivas consecuencias para el desarrollo funcional del individuo. En efecto, tres cosas se producen/.../ 1) Se efectúa una descarga permanente, poniendo fin con ello a la urgencia que generó displacer /.../ 2) Se produce la investidura de una o de varias neuronas del pallium que corresponde a la percepción de un objeto (subrayados y negritas son mías SR). 3) A otros puntos del pallium llegan las noticias de la descarga lograda mediante el desencadenamiento del movimiento reflejo que siguió a la acción específica.” Obsérvese que el registro del objeto depende de la eficacia conque éste, haya podido llevar adelante la acción específica. Lo que se percibe en el cuerpo es su acción sobre el malestar interno. En el largo camino de la indefensión originaria a la capacidad relativa para poder defenderse, lo que se va perdiendo no es tanto el asistente como la asistencia, que se irá adquiriendo como una capacidad propia y relativa. Relativa en la adultez a la necesidad del lazo social. Lacan dilucidó el movimiento de alienación separación[3] en Los cuatro conceptos.... Mostró la alienación del sujeto en el campo del Otro, a través de la reunión de los círculos de Euler, que demarcan también la intersección. Es en dicha intersección, que el significante se reduce a su sin-sentido lo que abre paso a la libertad de elección, a una separación que no es aislamiento. Me animo a ubicar también ahí, al "a". Lacan mostró[4] como los objetos, de reales pasarán a ser simbólicos en dependencia de como aparezcan, lo que torna a la madre real. Winnicott decía que: "La madre coloca el pecho en el lugar que el bebé esta pronto para crear y en el momento oportuno. /.../ La zona inmediata a la que me refiero es la que se ofrece al bebé entre la creatividad primaria y la percepción objetiva basada en la prueba de realidad. "[5]. Para el Génesis, Dios Padre creó el mundo. Para San Juan, en principio era el Verbo. Para lo que deduzco de la experiencia psicoanalítica y de cómo entiendo planteos antes citados o aludidos de Freud, Winnicott y Lacan, el objeto "a" es: efecto de la articulación entre la persona que ejerció nuestro cuidado, con qué y cuando lo ejerció y cómo éstos fueron ejercidos. Por eso se puede presentar imaginariamente vestido de madre, padre, abuelos, esposa/o, psicoanalista, Dios o mercancía. Simbólicamente será bueno o malo, nos amará, deseará o no, según como ejerza la acción específica. Y ello devendrá, de su poder saber hacer y de su disposición o no, a hacerlo. En consecuencia, lo radical del "a" (tanto como posición propia como la del (O)otro) y de su pérdida, es: poder. Significante sin sentido, sólo precipitación esencial de lo que podría ser verbo, adverbio, sustantivo o adjetivo. Poder a secas, sin sujeto, sin predicado. Abierto a toda su plurisemia que dependerá de su combinación con otros significantes puestos en acto. De su raíz verbal, deviene lo no especularizable del objeto a[6]. Dice Lacan: "Mi S1 sólo tiene el sentido de puntuar ese cualquier cosa, ese significante -letra que yo escribo S 1, significante que sólo, se escribe si se lo hace sin ningún efecto de sentido. Resumiendo, es lo homólogo de lo que acabo de decirles del objeto a. Finalmente, cuando pienso que me he divertido un rato haciendo un juego entre este S1 que yo había llevado hasta la dignidad del significante 1, que he jugado con este Uno y con el "a" anudándolos por medio del número de oro, ¡esto vale mil![7]" Luego lo imaginario lo irá encarnando también, en la propia persona, en los otros, en la cúpula del aparato del estado, de las fuerzas armadas, de las corporaciones o de cualquier organización artificial de masas, en los fenómenos naturales, etc. Y siempre se presentará en exceso, perdido o cuando menos insuficiente, como efecto de la castración fundamental, la del lenguaje. El deseo, causado por el objeto (poder) perdido y nunca tenido, se sostiene en el fantasma, escena que de alguna manera promete recuperarlo. Siempre es deseo de: poder.Lo que nos lleva a la cuestión del valor. Lacan apoyándose en Hegel, partió del deseo de reconocimiento y del deseo como deseo del otro (escrito así, con minúscula[8]). Esto no es desechable simplemente por pertenecer al orden Imaginario, sino que se anuda al nudo Borromeo. La pregunta ¿Qué me quiere? Introduce lo simbólico y lo real. Ahí, discuto con Marx y hasta cierto punto con Lacan.

Lacan formalizaba así, el Discurso del amo antiguo:

Y planteaba, que mientras el S2 representaba el goce del trabajador, el a representaba lo que en ese goce perdía y que Lacan hacía equivaler a la plusvalía discriminada por Marx, de ahí que lo designara como plus de goce[9]. Esto es cierto. Pero lo que queda por fuera de ese cálculo es el valor de la función del amo y en términos más generales, del o los agentes. La historia del siglo XX lamentablemente ha mostrado, que no hay lazo social que funcione sin un agente que aparente agenciarlo. El valor de lo que quede en ese lugar no es calculable. Es sufrible, disfrutable, gozable, pero no calculable. ¿Por qué? Porque si el trabajo del trabajador es relativamente medible, calculando la diferencia que se engendra entre la ganancia que origina la mercancía y lo que se le paga por esta al trabajador, lo que no resulta mensurable es el peso del agente del discurso en la producción final. De ahí lo incalculable del valor y del valor de cambio y que quedemos regidos por los valores de uso, piloteados a su vez por las relaciones entre goce, deseo y rentabilidad. Tener en cuenta estas cuestiones sobre el valor, es imprescindible para poder sostenerse en los conflictos que originan en los analistas, la función de la abstinencia y como consecuencia, su neutralidad. Neutralidad con respecto a nuestros ideales, deseos, hábitos de goce y expectativas de rentabilidad. Por eso debemos aceptar en análisis a alguien, sólo si estamos de acuerdo con lo que nos va a pagar. Aquella sólo puede sostenerse, desde el deseo del analista. Desde esta concepción sólo podemos aproximarnos a la evaluación, a suponer el valor de la marcha de un análisis y de los resultados de su final, cruzando las variables que el analizante y el analista pusieron en juego. Sus estructuras preexistentes en su relación con “las series complementarias”[10] de cada uno. Evaluaremos los resultados, en función de la articulación de deseo y goce en el analizante, de su participación en los lazos sociales según la resolución de dicha articulación y de la posición del mismo ante sus formaciones del Inconsciente.

Los psicoanálisis como fenómenos transicionales.

El psicoanálisis es una prolongación de los juegos infantiles, básicamente en el sentido de play en inglés: “Jugar. Representar. Desempeñar un papel. Ejecutar, tocar. Jugar, divertirse. Chancearse, bromear. Moverse, funcionar. Drama. Representación. Juego libre. Funcionamiento”[11] y lo menos posible en el de game que acentúa mucho más lo reglado, lo pautado. En los juegos de niños, estos hacen sus primeras herramientas para estructurarse ante la vida. De ahí y de la relación entre ellos y con los adultos, de sus reacciones, saldrán el futuro adulto y sus posicionamientos en la vida, en los trabajos. Ahí, tenemos que volver para que el análisis se desenvuelva. Es la cura a través de trabajar las regresiones y de curar la neurosis de transferencia. La transferencia es la creencia del padeciente en que un Sujeto supuesto Saber, tiene el saber hacer necesario para la solución de los males porque demanda. Es lo que los niños suelen creer de los adultos. Nuestra función reside en utilizar en transferencia el espacio potencial en que se irá transformando nuestro consultorio y la aceptación de ser tomados como objetos transicionales, para procurar que los pacientes transiten ese espacio en condiciones de posibilidad, que optimicen el uso de sus herramientas simbólico – imaginarias, para trabajar lo real que la vida les proponga.

FUENTE: ELSigma

No hay comentarios: